¿Qué te crees? Seguro hay otro dando la vuelta, ¿por qué me traes a
éste? Lo debés conocer, claro, sos viajante. Mejor me tranquilizo, no
significa que seas machista, ¿o sí? ¿Y si te preguntan? No quiero
pasar un mal momento. Familia, familia... soy precisamente la amenaza.
No te puedo pedir, sabía donde me metía, no tengo derecho, no vale
exigir, no me hubieras interesado lo mas mínimo si no fuera por tu
condición de viajante. Tenés tu trajecito Giesso o no sé que mierda,
no esos de Macowens, se nota. La corbata es de seda. El perfume no es
imitación, es intenso. Ventanillas automáticas, estéreo con mp3, GPS,
blackberry. Te miro tan decidido hablando en la recepción, no tenés
cara. No me gusta nada, la tenés fácil, venís cada tanto, me pasás a
buscar, nos metemos en un hotel, sexo y a seguir vendiendo tus
productos de morondanga. Volvés a tu casa, tus hijos corren a
abrazarte, un regalito a tu mujer, ella te devuelve una sonrisa a
cambio, todo funciona perfecto. Hoy estás siendo muy hijo de puta, no
tenés el decoro o la gentileza necesaria de pagarte algo medianamente
digno. Estarás usando tus armas de vendedor para convencerlos de que
te dejen pasar conmigo. Tanto lujo, tanto glamour en todo lo que haces
y a mí me traes acá, no te entiendo. Estoy al margen, soy como una
burbuja en tu vida arregladita, una escapada de la cotidianeidad,
¿será eso? Seguro que a hoteles de muchas estrellas, hoteles boutique
oligarcas, vas con tu mujer. Éste es el de lo clandestino, lo oculto,
la mentira sostenida. Nuestros perfumes se mezclaran con el
desodorante de ambiente, desde la ventana veremos un contrafrente de
escaleras oxidadas, las lamparitas de cuarenta watts apenas dejaran
delinear nuestros rostros, mientras escuchamos corretear a los niños
de la familia contigua. Lo más siniestro es que eso alimentará tus
fantasías, te gustará, te dará la idea de una irrealidad concreta, yo
sólo soy parte de ese cuadro. Haré juego con las cortinas oscuras,
pesadas, con las flores de plástico, con los jabones diminutos, con la
alfombra manchada. ¿Cómo te puedo soportar? Despues me decís cosas al
oído, me das besos que parecen reales, me cubrís con la frazada. Todo
artificial, como las flores.
¿Cómo se saca el seguro? Ah, es este botón, listo, me bajo, perfecto,
ahí viene el 22, ¿me vió? Sí, ahí paró.
-Un peso por favor.
Pablo, andate a la reconcha de tu madre, pienso.
-¿Dónde se metió ésta? Mierda, bajo cinco minutos a vender unos
calefactores y no puede esperar. Quién entiende a las minas.
Hasta pronto
Hace 10 años
1 comentario:
sin lugar a dudas: EL MEJOR ESCRITOR DEL MUNDO!!!
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